La primera pintura mural de la historia, la rupestre. Sobre las paredes de roca de las cuevas paleolíticas se usaban pigmentos naturales, con aglutinantes como la resina.
La pintura sobre muros y paredes estuvo presente durante la antigüedad y también la época románica. Sin embargo, tuvo un declive en el gótico, debido a que las paredes se sustituyeron por vidrieras; había menos superficie en la que pintar y esto determinó también el auge de la pintura sobre tabla.
Durante el Renacimiento se produjeron grandes murales. Con posterioridad, durante el Barroco y el Rococó, han sido protagonistas las paredes de los edificios y los techos; grandes decoraciones combinadas con relieves de estuco conseguían impresionante creaciones ilusionistas.
La pintura mural no se ha llegado a abandonar nunca. Actualmente la pintura mural urbana está presente, en las formas artísticas que despliega la libertad del grafiti.